Los croissants, o cruasanes en español, son un clásico de la repostería francesa. Con su textura hojaldrada y su sabor dulce y mantecoso, son una delicia para disfrutar en cualquier momento del día. Y lo mejor de todo es que puedes hacerlos en casa con esta receta sencilla y fácil de seguir.
Ingredientes:
Instrucciones:
En un bol grande, mezcla la harina, la sal y el azúcar. Haz un agujero en el centro y añade la levadura y el agua tibia. Mezcla bien hasta formar una masa homogénea.
Amasa la masa sobre una superficie limpia y enharinada durante unos minutos, hasta que esté suave y elástica.
Forma la masa en una bola y haz una cruz en la parte superior con un cuchillo afilado. Deja reposar durante 30 minutos en un lugar cálido y sin corrientes de aire.
Mientras tanto, prepara la mantequilla. Colócala entre dos láminas de papel vegetal y aplástala con un rodillo hasta que tenga forma de rectángulo.
Enfría la mantequilla en el refrigerador durante 10-15 minutos, para que se endurezca ligeramente.
Una vez que la masa haya reposado, extiéndela en forma de cruz. Coloca la mantequilla en el centro de la masa y dobla los bordes hacia el centro, sellando bien los bordes para que la mantequilla quede completamente cubierta.
Extiende la masa en forma de rectángulo, con un grosor de unos 5 mm. Dobla la masa en tercios, como si fuera una carta, y deja reposar durante 30 minutos en la nevera.
Repite el paso anterior dos veces más, dejando reposar la masa en la nevera durante 30 minutos entre cada vez.
Una vez que la masa ha reposado por tercera vez, extiéndela en forma de rectángulo, con un grosor de unos 3 mm. Corta la masa en triángulos y enrolla cada uno desde la base hasta la punta.
Coloca los croissants en una bandeja de horno forrada con papel vegetal y deja reposar durante 30 minutos más.
Precalienta el horno a 220 grados Celsius. Pinta los croissants con el huevo batido y hornea durante 15-20 minutos, o hasta que estén dorados y crujientes.
¡Y listo! Ya tienes unos deliciosos croissants caseros para disfrutar en casa. Puedes servirlos calientes o fríos, solos o con una capa de mermelada o crema de chocolate. ¡Buen provecho!
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